PROMESAS DE CAMPAÑA, LA MENTIRA DE SIEMPRE
En pocas semanas se llevará a cabo un nuevo proceso electoral. Con el objetivo de refrescar la memoria histórica, a continuación presentamos una síntesis de las principales políticas antipopulares de los politiqueros que, desde el llamado “retorno a la democracia”, han ocupado Carondelet.
Jaime Roldós inició su gobierno en 1979 bajo el lema de “la fuerza del cambio”y una imagen internacional de “soberanía”. Después de su muerte le sucedió su vicepresidente, Osvaldo Hurtado, quien tomó medidas que afectaban duramente los ingresos del pueblo, cediendo a presiones de los grandes grupos económicos y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Emprendió la sucretización, un arreglo de la deuda externa de resultados desastrosos, que afectó fuertemente al pueblo y beneficio enormemente a la burguesía.

La oposición de derecha, agrupada en el Frente de Reconstrucción Nacional, ganó la elección de 1984 con su candidato León Febres Cordero, bajo el slogan de “Pan, techo y empleo”. En su gobierno se aplicaron medidas de corte neoliberal que incrementaron el poder de banqueros y agro exportadores. La especulación en el costo de los productos de primera necesidades se incrementó, alentada también con una extensión de la sucretización. Los “precios reales” provocaron elevaciones del costo de la vida, superiores a los incrementos de ingresos. Todo esto sumado a una sistemática violación a los derechos humanos.

En las elecciones de 1988 triunfó Rodrigo Borja. Sus lemas de campaña fueron «Ahora le toca al Pueblo» y «La Patria Primero». Como máxima figura de la Izquierda Democrática jamás realizó los cambios ofrecidos en campaña. El gobierno mantuvo las políticas de ajuste “gradualistas”. La deuda externa se incrementó y se fue elevando el costo de la vida. Efectuó una activa campaña anti obrera, desarticulando la organización sindical. Enfrentó múltiples escándalos de corrupción.

En la elección de 1992, la derecha se presentó dividida, pero triunfó Sixto Durán Ballén, bajo el lema de «El poder de la experiencia». Su gobierno se basó en un plan de modernización, “reducción del Estado”, y aplicación de políticas de ajuste que eliminaron los subsidios y elevaron precios, entre ellos el de los combustibles, a niveles internacionales. Su política económica tuvo altos costos sociales, que provocaron nuevas caídas del nivel de vida y descontento generalizado.

Bajo el slogan de “la fuerza de los pobres”, en la elección de 1996 triunfó el candidato populista Abdalá Bucaram Ortiz (PRE), contra Jaime Nebot (PSC). En su corto gobierno abundaron los escándalos de corrupción, nepotismo y abuso a los derechos humanos.

El 10 de agosto de 1998 se posesionó Jamil Mahuad (DP), quien llegó al poder bajo la promesa de “saber cómo hacerlo”, pero en la práctica agudizó la crisis económica. El gobierno tomó medidas de ajuste, dejó crecer los conflictos y sacrificó a la mayoría nacional para proteger los intereses de los banqueros que financiaron su campaña. En marzo de 1999 decretó un feriado bancario y una congelación de depósitos, afectando a cientos de miles de personas. Entregó la base de Manta a fuerzas norteamericanas. Frente al descontrol económico y una inflación que llegó a más de 20.000 sucres por dólar, para evitar su caída, por presión de poderosos intereses, decretó la “dolarización” de la economía nacional. Provocó una gigante ola de migración hacia Estados Unidos y Europa.

En 2002 ganó las elecciones el ex coronel Lucio Gutiérrez, quien se catapultó después de la caída de Mahuad, con apoyo de su propio partido (PSP), Pachakutik y MPD. Desde su inicio, el gobierno se identificó con las políticas norteamericanas de Bush y apoyó al “Plan Colombia” del gobierno del vecino país. Ahondó la crisis económica e institucional.

En un contexto de hartazgo generalizado hacia la clase política, en la elección del 26 de noviembre de 2006 triunfó Rafael Correa, quien llegó al poder tras un discurso de enfrentamiento con lo que denominó como “partidocracia”, de mayor justicia social, combate al neoliberalismo y soberanía nacional. Sin embargo, durante los diez años que Correa estuvo en el poder, una nueva capa de ricos se hizo del control del Estado, la economía ecuatoriana en varios sectores pasó a manos del imperialismo chino, el corporativismo, la corrupción y criminalización de la lucha social fueron política de Estado, junto al endeudamiento y al perfeccionamiento del aparato represivo.

En 2017 llega al poder Lenin Moreno, de la mano de Alianza País. Este gobierno de transición estuvo lleno de escándalos de corrupción, de recortes sociales y de aplicación de la violencia por parte de las fuerzas represivas, sobre todo en el paro de Octubre del 2019.

Finalmente, en 2021 ganó las elecciones Lasso, el presidente banquero, quien además de haber protagonizado un nuevo caso de represión en el paro de junio del 2022, promovió múltiples casos de corrupción y recortes sociales, ha sentado las bases para una ola de violencia que ha escalado a niveles superiores.

Durante estos 44 años de gobiernos “democráticos” sus promesas de campaña no han sido más que las mentiras de siempre. Ningún cambio de gobierno ha mejorado realmente la situación de las masas populares. El cabaret electoral se repite otra vez como forma de alienación, engaño y demagogia.

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