Morir votando, o vivir luchando, esa es la verdadera elección

Otra vez a votar. Recién nomás fuimos a “elegir” alcaldes y prefectos, lo que llaman pomposamente autoridades seccionales. Tantas veces acudiendo a las urnas para que no cambie nada. ¡Cómo que depositando un papel en una caja vamos a dejar de ser explotados! La verdad esta cuestión ya cansa. Si no fuera por el maldito papel ese que exigen para los trámites ya nadie acudiría a esa farsa. Es impresionante como legitiman su dominación de manera obligatoria. No les basta acaso que sus medios de comunicación, publicistas, y marketeros, nos llenen la cabeza con la falacia esa de la participación, del supuesto deber ciudadano, de la tan promocionada responsabilidad cívica.

Yo creo que he votado como diez veces y  sigo jodido, y eso que no hablamos de quienes lo han hecho 15, 20, o más ocasiones. Más aún en este país donde los presidentes duran dos años, o incluso meses, hasta que se les derrumba su engaño. Morir votando, en vez de vivir luchando, ¡vaya ironía!  Esto raya en la ridiculez, nos toman como burros de carga, hacen que nosotros mismo nos pongamos la soga en el cuello, aunque en ocasiones no han sido sogas precisamente, sino lassos, o correas, al final, da igual.

Estos embusteros y vividores de nuestro sudor y trabajo salen de sus mansiones o de sus lujosas urbanizaciones (a donde no entran los pobres, algunos incluso ni viven aquí sino en Europa o EEUU) a visitar nuestros barrios, lugares que les apestan, que sólo conocen por televisión o redes sociales.  Se tropiezan caminando por los baches o las calles llenas de polvo y piedras. Se asustan cuando ven a la gente en las esquinas. Amarcan a los guaguas para sacarse una foto. Fingen conversar con la gente mientras piensan en cuánto robarán en la “función pública”. Llegan bien cuidaditos por sus escoltas privados o por agentes de la policía, no vaya a ser que a algún “malviviente”, como ellos dicen, se le ocurra agredirlos o robarles.

A los trabajadores ofrecen subir salarios y luego legalizan despidos y prohíben huelgas. Ven a los vendedores ambulantes y les aseguran que les dejarán trabajar, para luego azotarles a punta de garrote y robarles lo poco que tienen. Se pasean en el campo (aunque algunos no llegan hasta allá, pues les queda muy lejos) ofreciendo créditos, incentivos a los pequeños y medianos productores, para luego militarizar sus zonas y entregar sus tierras a las grandes corporaciones. Prometen un futuro que no existirá jamás bajo su mandato. Aparte regalan huevadas: esferos inservibles, cajas de fósforos, camisetas que se rompen o destiñen a la primera lavada, llaveros, y en ocasiones hasta comida, como si comiéramos solo en época de campaña, o pensando que con un atún o libra de arroz podrían sobrevivir familias de 5,6 7 personas, donde ni siquiera uno de ellos tiene empleo pleno. Encima les ponen sus caras o el logo de su partido, para recordarnos, día a día, lo miserables que somos y quién es el que manda.

Una vecina del barrio me decía cuando conversábamos del tema la otra vez, que toca ver cuál es el menos malo, el que robará menos, o el que aunque sea nos dará algo. Absurdo conformismo y burda ingenuidad. Muchas veces el mal menor termina siendo peor. Además no podemos seguir conformándonos con migajas en un país donde todo funciona al revés, donde los que no trabajan tienen todo, y los que trabajamos nada. Nuestra dignidad no puede reducirse a la migaja,  a la caridad.

Y bueno, eso me dio paso para contarle algunas cosa que he podido aprender. Pude comentarle que han existido experiencias donde los trabajadores, los pobres, los marginados, los nadie, pudieron deshacerse de sus verdugos, y mediante una revolución crearon una nueva sociedad, sin explotación, sin burgueses, sin politiqueros corruptos y mentirosos, donde el pueblo accedió a tener los aspectos centrales de su vida garantizados. Aproveché también para hacerle una invitación a organizarse, a luchar, a tomar el destino en sus propias manos, esa esperanza hoy que se halla concentrada en lo que hemos denominado Bloque Proletario, generando un nuevo referente en el país que más temprano que tarde provocará la transformación que necesitamos. Hoy ella, es una compañera más, que ha elegido no morir votando, sino vivir luchando.

Editorial del Periódico «La Chispa» del Bloque Proletario

Descarga el periódico aquí

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *