Consulta popular sobre la explotación del Yasuní

De cara al circo electoral del 20 de agosto de 2023 en el cual distintas facciones de la burguesía disputarán nuevamente apoltronarse en el sillón presidencial del viejo Estado, colectivos oenegistas reformistas y partidos burgueses de viejo cuño celebran con gran alborozo que el Consejo Nacional Electoral haya admitido la consulta popular sobre la pregunta: ¿está usted de acuerdo en que el gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como bloque 43, indefinidamente en el subsuelo? En este contexto en el que el reformismo ha promocionado al “SI” como la “opción conveniente y progresista” para la conservación de la biodiversidad y al “No” como la “opción antiecológica y reaccionaria”, el Bloque Proletario reafirma su posición crítica a la farsa electoral y hace un llamado a los trabajadores y a las masas populares en general, a rechazar totalmente las elecciones burguesas por ser contrarias a nuestros intereses de clase.

El plan de expoliación y explotación intensiva del Yasuní comenzó en el gobierno filofascista y corporativista de Rafael Correa quien amplió la frontera petrolera en la región amazónica para entregar los recursos naturales del Yasuní en bandeja de plata a los buitres imperialistas, principalmente China, embolsando mediante contratos de prestación de servicios y participación millones de dólares para los nuevos burgueses que encumbró el correísmo.

El suministro de crudo al imperio chino permitía al gobierno una línea de crédito que se destinaba sobre todo a infraestructura y asistencialismo, situación que configuró un espejismo para las masas que les llevó a percibir un mejoramiento económico que en realidad nunca existió, pues el plan extractivista del correísmo lo único que hizo fue acentuar al carácter capitalista burocrático del Ecuador, enfeudando la nación al imperio Chino, situación que condujo a un ahondamiento de nuestra miseria y pobreza.

En 2013 el colectivo reformista Yasunidos, hoy punta de lanza de la consulta popular, solicitó a la Corte Constitucional y al Consejo Nacional Electoral de ese entonces que califiquen y autoricen la pregunta sobre la explotación del Yasuní, obteniendo como respuesta el archivo de la propuesta. Demostrándose que las instancias legales burguesas son una vía inefectiva para proteger la naturaleza y los pueblos indígenas en aislamiento voluntario.

En 2018 Lenín Moreno impulsó una consulta popular en la cual incluyó la siguiente pregunta para ganarse la simpatía de los sectores ecologistas reformistas: ¿está usted de acuerdo en incrementar la zona intangible en al menos 50.000 hectáreas y reducir el área de explotación petrolera autorizada por la Asamblea Nacional en el Parque Nacional Yasuní de 1.030 hectáreas a 300 hectáreas? Aunque el electorado se pronunció mayoritariamente por el “SI” el gobierno se pasó el resultado por encima y lanzó el decreto ejecutivo 751, en el cual a través de un acomodamiento de las palabras propio de la burguesía, dejó claro entre líneas que si bien habría un aumento de la zona intangible, se seguiría extrayendo crudo de las zonas de amortiguamiento; con lo cual el gobierno en función de los mismos intereses de clase de su predecesor, entregó los bloques 31 y 43 del Yasuní al imperio chino para que continúe la explotación petrolera. En el 2020 se ampliaron las potestades extractivas al imperio Chino adjudicando un contrato de 148 millones de dólares a la empresa Chuanqing Drilling Engineering Company Limited, permitiendo con esto la extracción de 7.500 barriles de petróleo por día en el Bloque 43.

El 3 de febrero de 2022 durante el gobierno del banquero Guillermo Lasso sectores ecologistas reformistas celebraron que la Corte Constitucional prohibiera la ejecución de obras petroleras en el Yasuní. Sin embargo, esto no impidió que el Estado adjudicara a finales del mismo mes un contrato millonario a la empresa china Chuanqing Drilling Engineering Company Limited para perforar 40 pozos del Yasuní.

Con estos precedentes podemos afirmar categóricamente que en la dictadura burguesa todos los gobiernos de turno independientemente del partido politiquero que representen, se sirven de la democracia burguesa para enriquecerse a costa de la miseria de la gente y la destrucción de los ecosistemas. Las consultas populares y los instrumentos constitucionales no han impedido que en estos últimos 10 años los monopolios chinos extraigan 54.800 barriles diarios de petróleo del bloque 43, enriqueciendo a las clases explotadoras nacionales y extranjeras, tampoco han permitido cesar los graves daños a la biodiversidad y el genocidio paulatino de los Tagaeri y Taromenane; exhibiendo su inefectividad.

En esta ocasión el reformismo ha vuelto a posicionar la consulta popular sobre el Yasuní como algo central de las elecciones burguesas, cuando sabemos que la consulta popular es una trampa que sirve para desmovilizar, despolitizar y desclasar a la población; constituyendo un obstáculo para poder conquistar el poder a través de la dictadura del proletariado.

Es necesario comprender que el  imperialismo ensambla a todas las naciones oprimidas con sus respectivas formaciones sociales de producción como eslabones de una sola cadena económica planetaria que apunta a la acumulación de capital a cuenta de la explotación brutal de la naturaleza. El Ecuador como nación semicolonial y semifeudal ocupa uno de esos eslabones desenvolviéndose en una economía capitalista burocrática cuyo rasgo patente en el enfeudamiento de la nación a los intereses de los Estados imperialistas y sus monopolios. El imperialismo en su estado de descomposición y decadencia genera una crisis ambiental ecológica que devasta a las naciones oprimidas a través de exportación de capitales para proyectos petroleros que destruyen los ecosistemas y asesinan a las poblaciones envenenando los alimentos y los ríos. Hecho que no sería posible sin el trabajo servil de lacayos locales y demás funcionarios parásitos representantes del viejo Estado que utilizan los aparatos represivos de la propia semicolonia para atemorizar a la población y liquidar a sus líderes más combativos. Desde el tránsito de la fase de libre competencia del capitalismo hasta su fase monopolista vigente, se ha ido identificando una ley económica que en función de la realización del capital conduce a la degradación material de la naturaleza con un matiz destructivo nunca antes visto. Las naciones oprimidas como enseñó el Presidente Mao Tsetung son “zonas de tormenta revolucionaria”, es así que adoptando el comunismo como guía política, científica e ideológica, imbatible del proletariado, las clases explotadas del Ecuador estamos llamadas a acabar con toda forma de expoliación del ser humano y de la naturaleza que hoy existe bajo el capitalismo imperialismo y que se sostiene desde sus dos caras: el reformismo/progresismo y el denominado “neoliberalismo”. Situación que nos convoca a la tarea de bregar por la consolidación de una sólida alianza de clases proletaria-campesina que rechace frontalmente la farsa electoral y movilice a las masas hacia la lucha para construir el nuevo poder que permitirá nuestra emancipación definitiva.

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